¿Por qué duele tanto dejar lo que ya no me pertenece? Pero, de cierta manera, siento que sí, que siempre va a ser mío. Me viene a la mente una escena de Las chicas Gilmore, cuando Rory dice: Es mi Dean, MI Dean. Y Lorelai le responde: Él no es tu Dean, es de Lindsay. Auch. Internamente, yo también lo veo así. Él es mío… y siempre va a serlo.

Pero al parecer ya no.

Él es de otra persona. Lo que es mío es solo el recuerdo de él. Sus abrazos fueron míos, sus besos, sus consejos, sus chistes, su risa… fueron. Ya no son. Ahora abraza a alguien más, besa a alguien más, ríe con alguien más, pero en tiempo presente. Lo mío quedó en el pasado.

Y me cuesta. Me cuesta aceptarlo, me da celos, me enoja, me molesta. Yo era su amor… pero ya no. Necesito entender ese ya no. ¿Por qué me aferro tanto a lo que ya no es? No quiero soltarlo o simplemente no quiero aceptar su no.

Siento algo en el pecho que quiero que desaparezca. Esa presión, ese nudo que no sé cómo desatar. Y lo peor es que siento que él es el único que puede aliviarlo, como si solo su presencia pudiera hacer que todo desaparezca. Pero ¿por qué?

Tal vez porque, en realidad, soy yo. Tengo que trabajar más en mi y tal vez él solo era la anestesia de algo que tengo que descubrir y sanar en mi interior.

Ahora me doy cuenta de que soy una adicta en recuperación, cayendo una y otra vez en la misma droga. Él es mi droga.

Hola, soy Jael, soy adicta a el hace 10 años, hace 3 que no tengo contacto fisico, pero hace 1 dia volvi a caer en su sonrisa.

Intenté buscar en otros lados algo que lo reemplace, pero ninguna dosis es tan buena como la suya, ninguna voz, ningún abrazo, ningún chiste, ninguna risa. Ninguna mirada. Porque aunque él diga que ya no siente nada. La última vez que hablamos (ayer por videollamada), me miraba de cierta manera, que lo tome como señal que, tal vez, en el fondo, queda algo y no todo está terminado como él dice, yo trato de aferrarme a esas pequeñas señales, que tal vez, solo tal vez, sean solo producto de mi imaginación, mis ganas de seguir aferrándome a algo que ya no existe.

O al menos eso es lo que quiero ver.

Me aferro a esas pequeñas señales, a esos destellos que quizás solo yo veo. Porque pensar que no todo está terminado que una pizca por lo menos queda…

Estamos lejos. En dos puntas del continente. Y aún así, seguís afectandome.