El peso de elegir

¡Qué difícil es elegir, ¿no?! Hoy, hablando con mis amigas, con quienes comparto una situación similar, surgió el tema de las decisiones. Estamos en ese punto en el que debemos elegir si seguir en el extranjero o tomar otro rumbo. Y con cada elección, inevitablemente dejamos algo atrás. Nos debatimos entre países totalmente distintos, entre dos vidas completamente diferentes: volver a nuestra realidad o continuar con el tan famoso «sueño americano» (que, en mi opinión, está sobrevalorado).

Pero, ¿es cierto que cuando elegimos algo, perdemos otra cosa? ¿Qué estamos dispuestas a perder? Creo que el miedo a elegir viene, en realidad, del miedo a equivocarnos. De la posibilidad de que, si las cosas no salen como esperábamos, nos quedemos atrapadas en el «¿y si…?».

«¿Y si hubiera tomado otra decisión? ¿Sería más feliz? ¿Estaría mejor?» Pero, ¿y si no?

La verdad es que nunca lo sabremos. Solo podemos imaginar cómo habría sido, pero jamás con certeza. Y, ¿qué tal si nos iba peor? ¿Y si esa otra decisión que hoy idealizamos nos hace menos felices?

A veces me doy cuenta de que me desgasto demasiado pensando en el futuro, intentando analizar cada opción como si pudiera encontrar la respuesta correcta antes de elegir. Como si hubiera un camino perfecto y otro que me llevara al error. Pero, ¿y si en realidad no hay errores? ¿Si simplemente hay caminos distintos y todos nos enseñan algo?

Me cuesta soltar el control, aceptar que la incertidumbre es parte del proceso. A veces quiero garantías, quiero saber que la decisión que tome me llevará a donde quiero estar. Pero la verdad es que hoy no tengo todas las respuestas… y tal vez nunca las tenga.

Lo único que sé es que, en este momento, tengo que elegir. Y elijo confiar en que cualquier camino que tome me llevará a lo que necesito aprender.

Deja un comentario